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Martin Checa-Artasu

Doctor en Geografía Humana

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Energía, Lugares / 20 octubre, 2017

LA NECESIDAD DE REIVINDICAR EL PATRIMONIO CULTURAL DEL SECTOR ELÉCTRICO DE MÉXICO.

Central eléctrica El Salto, Juan Galindo,Puebla

El olvido de la importancia de la electricidad y de su patrimonio
La facilidad con que al prender un interruptor se enciende una lámpara, una máquina o cualquier otro artilugio nos hace pensar pocas veces en la electricidad, el recurso energético que hace posible ese proceso. Y si poco pensamos en la electricidad, mucho menos pensamos en cómo esta llega a nuestras casas, oficinas y centros de trabajo. El cómo llega esconde los diversos procesos técnicos que se desarrollan para generar y distribuir la electricidad, oculta a las empresas y personas que laboran en pos de esos procesos, invisibiliza a las máquinas que hacen posible la generación de energía eléctrica y por supuesto, disimula lo lugares donde todo esto ocurre.
El ocultamiento del cómo, cuándo, que y porque se produce y distribuye la energía eléctrica es algo común en las sociedades actuales. Sólo nos acordamos de la electricidad cuando falta o cuando la tenemos que pagar, a través de un recibo. Incluso, hay quienes creen que el proceso es gratuito, simple, sin dificultades y por ello defraudan continuadamente a las empresas que proporcionan la energía eléctrica, conectándose ilegalmente a la red que éstas han creado.
El ocultamiento de todos y cada uno de los procesos generadores de energía eléctrica, esconde algo más. Encubre el tiempo en el que se han venido dando esos mismos procesos, oculta máquinas, edificios, documentos, archivos y objetos y disimula el trabajo de años, de décadas, de cientos o de miles de trabajadores de un sector, que en México ha sido primordial en muchos aspectos.
Por todo ello hablar de patrimonio cultural del sector eléctrico no es una banalidad, todo lo contrario. Es un ejercicio de reivindicación. Tiempo, forma, contenido y máquina se presentan cuando hablamos de lo eléctrico. Cuando empezamos a querer saber el cómo, el donde, el porqué, o el cuándo relativo a la producción y distribución de la electricidad. Los objetos, los lugares y las personas integran un todo que debe ser considerado como un patrimonio material que debe mostrarse en la debida forma, pues interpela a otro patrimonio, el inmaterial, el intangible. Porque no hay patrimonio que no se consigne vertebrando lo visible con lo invisible, la memoria con el objeto.
Lamentablemente, en México el ejercicio de valorizar el sector eléctrico y su patrimonio ha sido muy escaso. Ha sido recientemente que se ha empezado a tratar de valorizar los restos, ya inútiles algunos otros no, de unas poquísimas centrales eléctricas. Ahí están los intentos por hacer un museo de sitio en la Central de Ixtapantongo, instiguido por un grupo de jubilados de la Comisión Federal de Electricidad o los intentos reivindicativos en torno al valor de la Central de Necaxa, encabezados por el Ayuntamiento de Juan Galindo en Puebla y por entidades como Comité para la defensa del patrimonio cultural, tecnológico e industrial del sector eléctrico, A.C. (CODEPACUTI.S.E., A.C.) y Fundación Necaxa Cuna de la Industria Eléctrica A.C.

Apenas hay museos o centros de divulgación de la electricidad, su generación y sus funciones en México. Desde 1970, existe el Museo Tecnológico Comisión Federal de Electricidad (MUTEC). En su día considerado como el primer Museo de Ciencias Interactivo en Latinoamérica, que parece ser el único recinto donde lo vinculado a lo eléctrico tiene voluntad de ser mostrado entremezclado con la técnica y la ciencia.
Coincide esa escasez con la invisibilidad, la ignorancia y el desprecio con el que se ha tratado al patrimonio industrial mexicano. Ciertamente muy escaso y ciertamente, en franco proceso de extinción. Con todo hay unos pocos y excelente ejemplos, conservados y musealizados, ahí está el Museo de Minería en Pachuca, por ejemplo. También, se han dado diversas iniciativas, unas desde la ciudadanía, otras privadas y las menos públicas, para reutilizar espacios fabriles en varias ciudades del país. Es el caso de la Fábrica de azúcar La Aurora, en Culiacán, Sinaloa que se ha de convertir en un centro de actividades artísticas o su homónima, está textil y sita en San Miguel de Allende, centro de arte y diseño creado desde la iniciativa privada, donde tienen su actividad 30 artesanos. También, destacan la serie de acciones de reúso activo que ya se hacen La Constancia, de Puebla.
Con todo, pareciera que en México, los procesos de rehabilitación, y de reacomodo de fábricas y de otras instalaciones fabriles para otros usos han sido pocos y puntuales en comparación de los acontecidos en otros países desde la década de los setenta del siglo XX y hasta la actualidad. Son varios los motivos de ello. En primer lugar, porque las instituciones públicas mexicanas encargadas de la protección del patrimonio consideran colateralmente y secundariamente al patrimonio industrial y por ende, al eléctrico. Quizás porqué la ley mexicana que protege al patrimonio cultural ha quedado obsoleta y deja fuera muchos “nuevos” patrimonios, entre ellos, el industrial y el eléctrico. Quizás sea porque rehabilitar y reutilizar y dinamizar espacio que conservan la memoria no éste dentro de los parámetros de lo que ciertos gobiernos y no pocos políticos entienden por modernidad. Quizás sea, por el poco papel que se le ha dado a la cultura como dinamizadora e integradora de lo social. Quizás sea, porque este es un país con una excitante e intensa historia pero de escasa y corta memoria cívica. Sea como fuera hay poco patrimonio industrial y menos, eléctrico que se muestre al público como receptáculo de experiencias y armario para la memoria, que ha de ser compartida, pues forma parte de la construcción de México.

Algunos ejemplos de patrimonio cultural eléctrico puesto en valor.
Sin lugar a dudas, hay que mirar al mundo, ver otras experiencias relacionadas con el patrimonio cultural de lo eléctrico. Veamos algunos ejemplos.
Una experiencia con el patrimonio cultural eléctrico, llamativa, sencilla y de convivencia con la naturaleza, es la que se puede tener en un país minúsculo como Andorra. Este país, del tamaño de Tlaxcala, tiene un museo de la electricidad, patrocinado por la compañía eléctrica estatal, que sirve para reivindicar lo que significa ser andorrano y lo que significa haber vivido entre montañas y valles con ríos encajonados como único recurso vital. Ambas cosas están ligadas y forman parte de eso que se llama patrimonio cultural, herencia de los andorranos. El mensaje de este ejemplo es claro: la electricidad en su proceso generador requiere del territorio y es el territorio el que da esencia a sus pobladores.
Otra experiencia, donde la electricidad, en conjunción con la ciencia y la técnica adquiere casi la categoría de espectáculo la encontramos en el Museu da Electricida de en Lisboa. Creado en 1990 en la Central Trejo que abastecía a la ciudad, es hoy uno de sus más importantes equipamientos

Museu da Electricida de en Lisboa

culturales, con una programación polifacética y plural que lo equipara a otros museos europeos. Las actividades del museo, se combinan con programación cultural y con exposiciones. Todo ello se desarrollada a través de la fundación EDP Energías de Portugal, la principal eléctrica del país. Es un ejemplo, de los muchos que ahí, de cómo ciertas grandes compañías supieron ver en la responsabilidad social inteligente y sustentable en el largo plazo una estrategia de posicionamiento global.
En ese mismo rubro, conviene señalar a las grandes compañías eléctricas, privadas españolas, a través de sus fundaciones desarrollan propuestas de responsabilidad social, tienen y crean museos y además puede tener exenciones fiscales. Es el caso de ENDESA, con el Museo de la electricidad de Figueres (Girona), que ocupa la antigua central y sede de la Hidroelèctrica de l’Empordà, recientemente abierto, en 2014, e incorporado a la red museística de la ciudad, que acoge el museo Dalí, uno de los más visitados de Europa .
En estos dos casos, el mensaje pasa por entender que apostar por la difusión del patrimonio propio, de darle un nuevo uso a un inmueble propio con patina y sudor industrial, eléctrico en este caso, es una estrategia de posicionamiento empresarial que a través de la responsabilidad social bien planeada reditúa en la empresa y en la sociedad, aunque en sus acciones comerciales su actuar sea oneroso.
Otro ejemplo que vale la pena visitar, tanto por lo que es, lo que fue y para preguntarse si la iniciativa será posible en el medio plazo es la fábrica de la luz-Museo de la energía, en Ponferrada (León) abierta al público en julio de 2011 . Esta se ubica en los edificios de la antigua central térmica de la Minero Siderúrgica de Ponferrada, en funcionamiento entre 1920 y 1971. En él se muestra al visitante cómo se producía electricidad a partir del

Sede de la ciudad de la energía en Ponferrada.

carbón y se inciden el papel de la energía en nuestra vida cotidiana. La iniciativa parte de una Fundación Ciudad de la Energía, que une lo público y lo privado, creada en 2006. Ésta con dinero del gobierno española actúa en el marco de los programas de I+D+i relacionados con la energía y el medio ambiente que sirven para promover el desarrollo económico de la comarca de El Bierzo. Es decir, rehabilitar una antigua central térmica para convertirla en un equipamiento cultural y educativo que enseñe ciencia es un eje más para promover el desarrollo de una región depauperada como es el Bierzo, en León, España. Este ejemplo nos da un mensaje, que desde hace años se sabe: el patrimonio cultural rehabilitado y reutilizado es un puntal para activar desarrollo a escala local. Con las piedras viejas se pueden hacer nuevas actividades. Se ha de tener un plan, capacidad y voluntad.
Un ejemplo, más generalista lo encontramos en Andalucía. Esta comunidad autónoma española ha hecho un extraordinario ejercicio de potenciación del patrimonio cultural y del industrial en particular. Los políticos convencidos por técnicos vieron que la cultura y el uso del patrimonio no podía ser encapsulado en un programa político cortoplacista y de réditos inmediatos, sino que debía incardinarse en un proyecto cultural y social de largo aliento y que además justificase una idea de lo que es Andalucía por su historia y como son los andaluces por esta. Obviamente, ha habido varios pilares de ello. Uno que se planearon políticas públicas y ejercieron recursos. Se dotaron espacios y personal especializado, generando empleos. El segundo, la consecución de legalidad. Desde casi una década existe reconocimiento legal del patrimonio industrial en Andalucía, dentro la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía (Ley 14/2007). Este es un hecho primordial, del que se carece en México. Tercero, que existen y han surgido no pocas asociaciones civiles, de personas con intereses comunes en eso de conocer, difundir y defender su patrimonio cultural más cercano. Un ejemplo es la Fundación Patrimonio Industrial de Andalucía, organización promovida por el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental y la Asociación Territorial de Ingenieros Industriales de Andalucía Occidental. Los colegios profesionales promueven acciones para salvaguardar el patrimonio industrial de Andalucía, entendido como nexo esencial entre la historia y la realidad industrial.

Estos dos ejemplos, aquí muy someramente explicados, muestran algo primordial para la preservación y reúso del patrimonio. Este ejercicio no lo hace ya el Estado, ese ejercicio lo promueven los ciudadanos. Son estos los que se organizan en aras de acciones concretas, ellos dialogan con los poderes públicos y estableces, cuando se pueda, alianzas con empresas, universidades y organismos internacionales. Es la ciudadanía que desde su trinchera actúa para preservar su memoria, sus raíces y sus orígenes. Nadie más lo hace y no esperemos que esto cambie. En México esto no es algo extraño. El patrimonio industrial minero concita desde hace 26 años una asociación civil de la que se puede aprender: Archivo Histórico y Museo de Minería A.C. en Pachuca, Hidalgo, el cual comprende un archivo histórico y centro de documentación, así como cuatro museos que exponen el patrimonio industrial minero de la región. Éste es sin duda, un referente. Dicho esto, el camino emprendido por Comité para la defensa del patrimonio cultural, tecnológico e industrial del sector eléctrico, A.C. (CODEPACUTI.S.E., A.C.) y Fundación Necaxa Cuna de la Industria Eléctrica A.C. en pos de la construcción de un proyecto cultural para Necaxa o simplemente difundiendo el rico patrimonio eléctrico de México o incluso denunciando la destrucción del mismo, es el inevitable. Es que él hay que hacer pero teniendo proyectos, planes y acciones.

Central de Necaxa, Puebla inaugurada en 1905.

Finalmente, quiero retomar el papel de las universidades y centros de investigación en todo esto, a través de un ejemplo que viví entonces como recién licenciado. En la Universidad de Barcelona, en 1996, bajo el impulso de Horacio Capel, catedrático de geografía humana, se organizó un grupo de trabajo y un proyecto que pretendía por encima de todo, historiar y documentar, la trayectoria de Forces Elèctriques de Catalunya (FECSA), empresa eléctrica que había suministrado energía a Cataluña desde inicios del siglo XX y que en Barcelona, tenía una planta con tres grandes chimeneas que forman parte del skyline de la ciudad que por los juegos olímpicos se vendió al mundo. Aquel equipo realizo una vasta labor, que a fuerza de serlo gozo del apoyo de no pocos directivos de la empresa. Documentar es necesario, es indispensable. Cualquier libro que se saca sobre estos temas no sobra. Es quizás una de las tareas que mejor sabemos hacer en las universidades. Pero más allá de documentar, hay que encontrar la forma de unir asociaciones, empresas, universidad y gobierno para el desarrollo de proyectos más amplios y de mayor calado que realmente caminen hacía el conocimiento y la dignificación del patrimonio eléctrico de México.
Concluyendo, baste señalar cinco puntos primordiales para la revalorización y difusión del patrimonio cultural eléctrico, de México.
1. El patrimonio es memoria, es historia y puede ser conocimiento y educación. Se ha de entender que ese el principal recurso y sobre este construir cualquier estrategia. Estas son lentas, sostenibles no pueden ser rápidas y redituales.
2. Se ha de buscar el reconocimiento legal del patrimonio cultural del sector eléctrico de México y por extensión del industrial. Sin esa componenda poco se puede hacer para evitar la destrucción.
3. El asociacionismo es necesario y es la única alternativa para promover proyectos respetuosos con el patrimonio. Lo es porque es desde donde se ha de articular las conversaciones en aras de esa preservación y es el punto de tensión y de control de la acción pública desmedida.
4. Las empresas eléctricas deben internarse en los parámetros de la responsabilidad social activa y planeada. Mostrar su patrimonio y el funcionamiento de sus instalaciones es un ejercicio que dan grandes réditos en cuanto a la imagen social de la empresa.
5. La universidad debe participar en los proyectos de recuperación y de recuperación del patrimonio industrial. Debe aliarse con asociaciones y dialogar con gobiernos para conseguir la resolución de los proyectos planteados.

Martín M. Checa-Artasu.
Profesor investigador a tiempo completo
Dep. de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.

Filed Under: Energía, Lugares

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